Hoy quiero hablar del reportaje de boda Manuel Y Ana, una pareja de Madrid a la que ya dediqué un pequeño post en nuestro blog de fotografía de boda.
Dicen que cuando disfrutas con lo que haces el tiempo pasa volando, y algo así es lo que me está pasando a mi con mi trabajo como fotógrafo de boda, pues tengo la sensación de que han pasado apenas unos días desde que Ana y Manu se pusieron delante de nuestras cámaras para su reportaje preboda en Aranjuez.
Enseñar el trabajo final a una pareja de recién casados es un momento muy especial para mi, pues he volcado toda mi ilusión, ganas y creatividad en cada fotografía, en cada paso de la maquetación del álbum de boda y en cada remate del producto final. Y es que ser fotógrafo de boda no sólo es hacer fotografía, es mucho mas que todo eso… La clave es emocionar intentando hacer que cuando las parejas vean las imágenes de su boda no se acuerden de que pasó, si no de lo que sintieron en uno de los días más especiales de su vida.
Ser fotógrafo de boda es algo más que contar lo que ocurrió. Para mí es pretender mostrar lo que mis ojos vieron mientras una boda pasa por delante mío y una pareja «se jura amor eterno», es intuir una escena, interpretarla y perfilarla más tarde en tu ordenador.
Antes de fotografiar una boda hay momentos de incertidumbre y cierto nerviosismo, creo que lo entenderás mejor si te digo que me siento como un actor de teatro esperando entre bambalinas y tras el primer paso al escenario todo ese nerviosismo queda atrás. Sospecho que si algún día no tengo esa sensación de nerviosismo antes de fotografiar una boda, será por que habré perdido mi pasión por la fotografía, algo que no creo que ocurra jamás ya que esta magnifica profesión te permite estar siempre en constante aprendizaje.
La boda reunía las mejores condiciones para que nada fallara, un escenario estupendo como es Aranjuez, un hotel con vistas al prestigioso Palacio Real y una iglesia preciosa que recibiría a la novia con una larga alfombra roja y una decoración preciosa.
Me encanta Aranjuez, es una ciudad con muchas posibilidades artísticas. Me considero afortunado al poder trabajar como fotógrafo de boda de manera asidua en esta maravillosa ciudad. Cualquier rincón de Aranjuez es bueno para hacer una buena fotografía de boda y eso me permite realizar el reportaje después de las ceremonias en un corto espacio de tiempo, algo que los novios agradecen enormemente.
Para mi ha sido muy bonito interpretar esta boda. Se que muchas personas no entienden esta pasión y de vez en cuando me preguntan si realmente me gusta tanto hacer fotografía de boda. La respuesta es si, por que cuando te metes en la piel de esas parejas y llegas a entender las palabras que se dicen, las palabras que les dicen o las miradas que se ofrecen, es algo indescriptible.
Gracias a ese trato antes, durante y después de la boda, Manuel y Ana ya son parte de mi vida, de mis recuerdos y de mi ilusión. Es la magia de ser fotógrafo de boda, acompañas a la pareja en el todo el proceso de su boda, te involucras en su historia y de cierto modo te sientes parte de ella.
Solo tengo palabras de agradecimiento para Ana y Manu, gracias por hacer que todo fluyera de forma especial, por contarme vuestra magnifica historia y por hacerme crecer como profesional y como persona.
Un saludo.
Equipo Plasmalia